jueves, 23 de septiembre de 2010

A falta caballeros, ¡CABALLOS!

Tal vez con este tema haga oficialmente mi retorno a la escritura de blogs (después de tantos años) y es que son tantas cosas que se me están acumulando en el cerebro que se desborda, pero gracias a esa especie de “caballos de dos patas” que pululan las calles, se me ocurrió escribir sobre ellos. 

Cabe señalar que este post NO va dirigido a los hombres que saben tratar a las mujeres (no son leyenda urbana, aún existen), conozco a varios caballeros a la antigua y gracias a ellos se salva el género. 

A esos especimenes masculinos que disfrutan de esa falta de caballerosidad, he decidido llamarles “CABALLOS”, esos que olvidan de donde salieron cuando nacieron y que nos deben al menos una pizca de respeto, aunque sea porque “lo manda la sociedad”, pero ni así lo hacen. 

Tengo tantísimas historias que contar, pero hoy solo tocaré tres casos de los muchos que me han ocurrido.  Hoy compartiré 3... 

- CASO 1
Camino por la acera, llueve, no traigo paraguas y solo hay un pequeño techito para caminar derecho… Del lado contrario viene el otro grupo de personas quienes se turnan con los de mi lado para poder evitar ser mojados por el aguacero, los privilegiados con paraguas obviamente caminan por el lado menos transitado. 
Es mi turno de pasar y uno de “esos” sigue caminando sin darme oportunidad de seguir mi paso, prácticamente me atropella para él no mojarse y me saca del carril… termino empapada con la lluvia. ¡CABALLO! 

- CASO 2
Estoy en la fila de una tienda para pagar y cuando estaba a punto de llegar a la caja, un CABALLO se metió por delante y mi hermana dice: 
- “hey!!! Se te están colando!”- miro fijamente al hombre, le digo que yo estaba primero, él me ignora… la cajera me dice - “creo que no le escuchó” - y le respondo: - “si lo hizo, pero el C A B A L L E R O parece que está urgido y necesita pagar rápido” lo miré nuevamente, él me sonrió y dejó ver un asqueroso diente de oro con sarro. ¡CABALLO! 
- CASO 3 
Estoy afuera de mi edificio, esperando un taxi. Todos pasan ocupados y los vacíos “no van para allá” (en Panamá ningún taxi “va”? extraño!). Llega a mi lado un tipo que también salió del edificio. Se ubica más adelante que yo y también se pone a esperar un taxi. 
Le digo que estoy primero y llevo 15 minutos tratando de tomar un taxi… Y el hombrecillo (porque para colmo era bastante chaparro y regordete) responde con acento colombiano: “vea pues, no sabía que tenía que esperar turno para el taxi”. 
Le expliqué con educación que en Panamá si se estila, a lo que me respondió con sarcasmo: “Que raro es aquí, en mi país el que toma el taxi primero se lo lleva”. 
HELLO!!!!! Estás en Panamá!!!! Hay un refrán que dice “al país que fueres, haz lo que vieres”, aparte de que es cuestión de lógica que si hay alguien primero, usted espera a que le toque, sin mencionar que soy una dama y como contaba aquella vieja leyenda “las damas primero”, pero al parecer es solo eso, una leyenda, un mito… 
¿Y qué pasó después?, llegó un taxi y el tipo corrió a subirse, antes me miró con cara de triunfo, se rió y se largó… ¡¡¡CABALLO!!!
(En los cuentos, los príncipes llegaban en caballos blancos a salvar a las princesas. Pero eso era en los cuentos, en la vida real algunos hombres son CABALLOS que atropellan a las damiselas.

Y que me perdonen los caballos, leales y hermosos animalitos que desde el comienzo de la historia trabajaron fuertemente para ayudar al ser humano, no quiero ofenderlos a ustedes al compararlos con los "caballos de dos patas, pantalones y corbatas". 

…El tema no queda aquí, pronto escribiré la segunda parte de estas “Historias de CABALLOS”.

1 comentario:

Mcrow dijo...

Me gustó tu blog.
Ya te sigo.

Saludos